Fundación Aldo Rubino

MACBA

ÓRGANOS INESPECÍFICOS – TERCER MOVIMIENTO DEL CICLO – INAUGURACIÓN 2 SEPTIEMBRE DE 2023

 

¿Qué es lo que define a un órgano? Acaso su propia producción en conexión a otros órganos siempre en un lazo utilitario de producción y necesidad cíclica, o quizás su movimiento muchas veces predecible y estable que hace al cuerpo sentir y existir bajo un marco de acción definido.

 

Pensar en lo que define a un órgano es preguntarse por las regulaciones, rutas y ciclos que definen a un cuerpo. Así como también preguntarse por los diálogos secretos que son capaces de adaptar la piel y la carne a morfologías mucho más extrañas e inespecíficas. Un órgano no es posible sin un diálogo, o relación simbiótica con otros órganos, y sin la existencia de otras formas de vida cambiantes en su interior. 

 

Un cuerpo es un mapa político de órganos, de decisiones y leyes invisibles que en secreto nos regulan; así como también un termómetro del entorno político y social listo para la adaptación a diferentes tipos de climas y peligros urgentes que desafían la supervivencia. 

 

La tradición occidental que hemos heredado a la fuerza desde el colonialismo ha intentado fijar una y otra vez los principios de un cuerpo estable y binario, un cuerpo político y sensorial sólo capaz de existir bajo una geografía mental y territorial específica, sin tener líneas de acción o traducción a otros territorios; reduciendo con esto a la imaginación, a el deseo o a la pulsión de cambios a sistemas cerrados o monetizables.

 

Que ocurriría si hubiera nuevos órganos sin una función específica y que a la vez tuvieran conexiones deseantes que van más allá de la producción, generando otras imaginaciones, más allá del pobre fantasma de la imaginación que habitamos hoy en día; reducida a cada vez más por las herramientas políticas, burocraticas y digitales; Quizás si estos nuevos órganos emergieran de a poco en nuestro cuerpo, nuestra subjetividad se iria habituando a la posibilidad de habitar distintos mundos con otros formas de la imaginación mucho más libres e indefinidas, y nuestro cuerpo se adaptaría también así como los anfibios, a otros territorios creando estrategias de supervivencia que nos permitan cruzar la barrera impuesta a nuestras imaginaciones para incluso pensar en lo colectivo desde el cuerpo. 

 

Pensar en estos nuevos órganos específicos, significa hoy comprometerse a buscar otros tipos de alianza entre lo entre lo vegetal y lo animal, entre lo humano y lo no humano, significa también pensar el cuerpo en su posibilidad de cambio y transformación, modificándose al entorno para así mismo modificar nuestro propio sistema perceptivo y con eso dislocar las políticas y narrativas que solo buscan la atomización del cuerpo en etiquetas y formas de reducción del imaginario colectivo.

 

Pero cómo ayudar desde nuestro lugar que rodea el pensamiento estetico y sus espacios simbolicos a este pensamiento que de vida a esta nueva clase de órganos específicos, y a estos nuevos tipos de alianza, en contraposición de la simple idea de espacio exhibitivo que desde la modernidad ha funcionado como el espacio privilegiado de homogeneización y adiestramiento en nuestras formas de percibir. Quizás este dilema mismo que cruza las artes visuales no pueda ser resuelto por la teoría y sólo pueda ser respondido en parte por los artistas desde el espacio y la acción pública.

 

La obra de Julia Retz (Brasil) en este sentido de ampliarse al espacio público explora la relación entre arquitectura, cuerpo y cultura, y el fracaso de la modernidad a la hora de subordinar o imponer una visión totalizadora o colonial del entorno natural y el espacio cotidiano. Utiliza diferentes materiales moldeables como el plástico o el látex, para dar en sus trabajos una sensación política de movimiento, flexibilidad, ruptura, fragilidad e incluso la posibilidad de cambios en estructuras cristalizadas en lo rígido y lo sólido. Lo que aparece en sus obras son arquitecturas fracturadas, porosas, arqueológicas, a veces como ruinas o como nuevas posibilidades de entender el tiempo, los cuerpos y las políticas del habitar. Sus trabajos evidencian procesos de pensamiento minuciosos y asociativos, extrapolaciones de historias culturales y políticas que generan tentativas de una posible arquitectura o escultura contemporánea.

 

Luis Enrique Zela Koort (Perú) por su parte, subvierte las lógicas convencionales de comprender la identidad y el cuerpo, al proponer cruces ficcionales y especulativos en sus obras que dejan en evidencia la instrumentalización ideológica y política de la ciencia, sus trabajos experimentan con materialidades diversas que desdoblan nuestra percepción y simulan posibles cuerpos en el intersticio de la vida o la muerte, como posibles lenguajes por venir de una estructura que ha sido liberada de sus códigos predeterminados.

 

Ginevra Landini (Argentina) hace una investigación ritual con su propio cuerpo, para preguntarse en sus obras sobre su propio devenir más allá de lo anatómico, imaginando con ello cartografías simbólicas que nacen como una visión salvaje y melancólica de mundos complejos, con el útero como centro discursivo sus pinturas se amplían como un no lugar y lugar posible de lo femenino, donde se pueden expandir libremente nuestras subjetividades otras, liberándose del lenguaje cosificado del presente y llevándolas a un no tiempo necesario para la pulsión de vivir, y que reactiva la posibilidad de imaginar otros mundos posibles que tengan una acción concreta en nuestras propias cotidianidades. 

 

Órganos específicos es una pregunta constante al presente, y una forma de resistencia a las formas estables y binarias de existir.

 

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ARTISTAS – ÓRGANOS INESPECÍFICOS 

 

 

Ginevra Landini

 

 

Luis Enrique Zela Koort 

 

 

Julia Retz

 

¿QUÉ ES EL CICLO MONTES NO VISIBLES?

*

Montes no visibles es un laboratorio de acciones artísticas en continuo cambio que propone formas poéticas de pensar juntxs. Su programación apunta a la descentralización, con el desafío de generar un trabajo permanente con el medio artístico, estimulando la creación, reflexión y conocimiento del arte contemporáneo a través de la experimentación, el diálogo, la exhibición y la activación. El interés de Montes no visibles no es necesariamente mostrar obras de arte sino los procesos estéticos, recurriendo a investigaciones artísticas en torno a problemáticas puntuales, en donde la obra no es reducida a su momento de exhibición, sino expuesta en su contexto de investigación.

En Montes no visibles el cruce de disciplinas y la deriva intelectual son motivaciones permanentes para pensar el presente, también es uno de los ejes de la propuesta y una afirmación hacia el hoy, hacia lo contemporáneo. El sentido que tiene el arte y la cultura en los jóvenes, y la posibilidades de alternativas a los modelos tradicionales de pensar el arte, la política y la educación como procesos en continua transformación, son algunos de los interrogantes que planteamos en los diferentes movimientos del ciclo.

El ciclo habitará y se presentará en diferentes movimientos que se presentarán a lo largo de todo el año en la sala del primer piso del Macba, convirtiendo la sala del primer piso en un espacio de experimentación, fruto de una «coreografía» de procesos de pensamiento. El objetivo de Montes no visibles es representar conceptualmente un modelo de investigación del presente en constante evolución que se abre a un horizonte especulativo y poético.

 

STATEMENT MONTES NO VISIBLES

CICLO LATINOAMERICANO DE ARTE JOVEN
Curado y dirigido por Natalia Sosa Molina y Victor López Zumelzu.

¿Cómo podría el entorno en el que vivimos afectar nuestro pensamiento y nuestro deseo de una vida diferente? ¿Cómo encontrar las formas correctas de vivir juntxs? ¿cómo dar una estructura a esas imágenes, palabras y conceptos que aún no tienen una traducción a lo visible? ¿Hacia qué lugar desconocido proyectamos estos anhelos?. Estas preguntas son el punto de partida de cualquier pensamiento estético o crítico que nos habla del ansia de cómo transformar al deseo mismo en algo que sea materialmente perceptible aunque solo sea un segundo. ¿Cómo transformar el deseo en algo que podamos tocar, escuchar, oler y que de alguna forma tenga una fluidez capaz de atravesarnos y cuestionarnos a todos como una experiencia estética?. Los ejes curatoriales que cruzan este ciclo que llamamos “Montes no visibles” han partido de preguntas que movilizan el deseo y ponen su acento sobre el imaginario colectivo que aún no ha sido mercantilizado y en las nociones de cómo los ecosistemas no visibles, que no tienen un contacto directo con nosotros, se desarrollan, organizan, y crean redes de comunicación que permiten el trabajo relacional de todos sus individuos.

Hoy, el deseo se canaliza en otras vertientes que se alejan de las formas armónicas de cómo convivir mejor juntos y se instrumentaliza en abusos, linchamientos, post verdades y diferentes formas de manipulación política y mediática. A cada segundo estamos corriendo por las obligaciones del trabajo, a cada segundo pensamos en estructurar situaciones que no tienen una estructura fija, todo eso a velocidades que no permiten una distancia y una reflexión, y que significan la disolución del deseo en nuestros cuerpos y en nuestras potencias. Si bien todo nos dice que nuestras formas de vivir nos van a llevar a la extinción, que nuestro deseo ha sido homogeneizado y mercantilizado de tal manera que nuestra imaginación está agotada, esto no basta para generar redes de emancipación. Tendríamos que crear nuevos escenarios, nuevas formas de imaginación y principalmente encontrar sistemas fluidos de deseos que nos muestren otras coordenadas de libertad, o como diría la crítica cultural Nelly Richards “tendremos que hacer reaparecer el deseo en medio de la necesidad”.

Para este ciclo pensamos mucho en los ecosistemas submarinos que crecen en medio de montañas sumergidas que nadie ve, en un punto quisimos pensar la visibilidad como una potencia restrictiva de la institucionalidad, por eso queremos generar en este ciclo imaginarios que todavía no estén institucionalizados y que no responden necesariamente a la noción de mercado artístico, sino a una forma de pensar vinculada a una reflexión sobre un tiempo y una praxis; o sea dar visibilidad a imaginarios que están fuera de lo estable y que proponen otras formas de entender la producción más ligadas a la investigación material de estrategias de cómo enfrentar nuestro tiempo en crisis. Un tiempo que necesita ser desandado (en el arte) para generar otras formas de percepción, dislocación e incluso configuraciones disciplinarias nuevas. Para poder ver estos ecosistemas nuevos es necesario sumergirse y escalar montañas submarinas hacia abajo, cambiando el curso del tiempo a un ritmo lento, y cambiando nuestras estrategias corporales, para adaptarnos como lo harían los anfibios a distintos mundos.

El MACBA funciona como ecosistema-refugio de todos estos imaginarios no institucionalizados, la idea es poder compartir visiones artísticas nuevas que se traduzcan en posteriores reflexiones e investigaciones sobre la práctica artística contemporánea en América Latina, y a la vez dar cuenta de diferentes imaginarios que se materializan en diferentes lenguajes como video, performance, proyección sonora e instalación, y que dan al espacio a múltiples preguntas en formas de comunión y convivencia como si de distintas especies se tratara, como si el espacio institucional se abriera a ser un ecosistema vivo que potencie el pensamiento estético y las subjetividades otras que lo habitan.

Estas obras dialogarán con el espectador desde un lugar lleno de ideas y nos mostrarán las potencialidades de pensar bajo diferentes mundos la subjetividad contemporánea, dando prioridad al pensamiento fluido, a la suspensión de la gravedad, que significa estar sumergido en el agua, a pensar en el constante vaivén de las mareas que apelan desde su visión joven a la disolución de los géneros y el pensamiento binario.

Movidas ante la emergencia climática y la amenaza de la extinción, los artistas y obras destacan en el ciclo por transcender el ámbito del sexo y la identidad individual, así como las fronteras entre lo digital, lo físico y lo biológico, encontrando en la hibridación ejemplos de alianza, sostenibilidad y respeto hacia la vida y los ecosistemas que la integran.

Desde este lugar crítico, el ciclo Mirar montes no visibles, se suma a este flujo de cambio a través de un recorrido por la figura del híbrido, por su esencia de metamorfosis, por su naturaleza ambigua y mutante, por el temblor de sus fases, tan inesperadas como inciertas, por la belleza de su temporalidad y las capacidades que sus diferentes transformaciones generan entre lo humano y lo post humano, el misticismo y la ciencia, el arte y la artesanía, lo diverso y lo abyecto o lo clásico y lo viral.

 

Respecto a las disciplinas artísticas, en el ciclo Mirar montes no visibles asistimos a cómo las etiquetas, que tradicionalmente establecen categorías mayores y menores en las artes, se ponen en cuestión. La performance, la escultura, la pintura, el video, la artesanía, la instalación se difuminan en una clara estrategia por dotar de relaciones más inclusivas a la creación contemporánea, pero también a sus posibilidades, a través de la confección de obras que se abren a la interacción de sentidos como el olfato o el tacto, o permiten que otros seres vivos habiten los espacios museísticos.

 

EQUIPO CURATORIAL

 

Natalia Sosa Molina Curadora y gestora cultural independiente. Se graduó en la Universidad de Buenos Aires como Licenciada en arte Textil (UBA). Realizó estudios de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y en Performance y Creación Interdisciplinar en la Universidad de San Martín (UNSAM). Su trabajo artístico y curatorial ha viajado por el cruce de las tecnologías de información y las culturas ancestrales latinoamericanas, explorando las relaciones visuales, conceptuales y críticas sobre la identidad, la naturaleza colonial, el paisaje, y la explotación. Ha sido directora en Chien Noir galería y ha curado numerosas exhibiciones y ciclos de arte en Argentina y Estados Unidos. Ha publicado artículos en las revistas Tramontana (España) y Global Art Daily (Japón). Ha realizado la residencia de investigación curatorial FELIPA MANUELA, España (2021). Integra el equipo curatorial de la plataforma de crítica y pensamiento RESET en FUNDACIÓN PROA desde 2021. Actualmente es curadora del ciclo “Montes no visibles” en el Museo de arte contemporáneo de Buenos Aires, MACBA y Curadora residente en Pivo, Brasil 2023.

Victor López Zumelzu Poeta, crítico y curador chileno. Magíster en teoría y crítica de arte. Ha sido parte del programa Artistas y Críticos de la UTDT, así como también del equipo de Fundación Proa (Argentina) y Metales Pesados (Chile). Ha sido co-director y curador de la galería de arte Bigsur (Buenos Aires, 2015 hasta el 2018). Escribe constantemente ensayos en revistas de arte contemporáneo como Artishock y Rotunda Magazine. Entre sus últimos proyectos artísticos curatoriales se encuentra “Yeguas del apocalipsis”, Fundación Proa (2019-2020), FUTURO? Felipa Manuela(2021) . Como escritor ha publicado más de 8 libros y recibido múltiples premios entre ellos: premio hispanoamericano de poesía (2005), la beca Fundación Neruda(2006), Premio Municipal de poesía (2011), Premio mejores obras del fondo del libro de Chile(2021) y diferentes incentivos incluidos los del Fondo Nacional de las artes de Chile. En términos curatoriales su trabajo ha cruzado las relaciones entre la literatura latinoamericana y artes visuales, especialmente la performance participando en diferentes encuentros como Tordesillas (Brasil), Latinale (Berlín), Festival de Rotterdam, entre otros. Actualmente integra el equipo coordinador de la plataforma de crítica y pensamiento RESET en Fundación Proa y curador del ciclo “Montes no visibles” en el Museo de arte contemporáneo de Buenos Aires, MACBA. Curador residente en Pivo 2023.

 

 

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