ALGUNAS CHICAS – ADRIANA LESTIDO
La exposición “Algunas chicas” reúne imágenes de sus investigaciones más icónicas sobre mujeres y les imprime un tono “más liviano”, como identifica al trabajo de selección de esta muestra, en la que exhibe obras inéditas y otras menos conocidas para darle nuevos sentidos a su propia producción.
Se trata de un corpus en blanco y negro que integra fotografías de 1986, de sus primeras series en el Hospital Infanto Juvenil, y se remonta hacia fines de los 90 con madres e hijas, incluyendo además a mujeres de todas sus investigaciones, excepto las de Madres de Plaza de Mayo y las de La Salsera, sus más famosas. También hay imágenes inéditas de la serie sobre presas y otras que no se exhiben desde hace más de 20 años.
“Reuní las imágenes menos conocidas, las más vistas trate de no incluirlas y las historias de madres e hijas, que son cuatro, siempre las mostré juntas y por separado, aquí están mezcladas” dice Adriana Lestido.
Sucede que en la exposición “Algunas chicas”, Lestido buscó otro criterio para mostrar su producción en torno a las mujeres: “Querían que fueran más livianas, sacarle un poco la carga, aunque es difícil sacar esa carga a fotografías de presas, pero como son imágenes que mostré mucho quería darle una vuelta distinta y que sigan teniendo sentido para mí”, dice.
Y así, como un variopinto de mundo disimiles pero atravesados por la femineidad, una mujer mirando la ventana de espalda con la pollera hasta las rodillas y una cortina que la tapa hasta la cintura o el reflejo de una niña en una suerte de organizador de objetos de pelo, invitan a mirar más allá, a imaginar qué dice un gesto, la pitada de un cigarrillo, una mano que llama por la minúscula ventana de una celda.
Es que son imágenes que reflejan la cotidianidad de las mujeres pero también la relación que la artista, una de las más reconocidas en materia de ensayo fotográfico, entabla con las protagonistas, como un diálogo sin intermediarios -más que la cámara- entre ella y las fotografiadas, que permite registrar instantes únicos, poco teatralizados.
“No hay un por qué retrato mujeres -advierte Lestido-, jamás me dije `voy hacer mujeres por una razón`. Lo cierto es que empecé haciéndolo porque me interesaba la maternidad en situaciones críticas y después me di cuenta que tenía que ver con otras cosas. Los motivos son como la capa de una cebolla: una puede empezar con algo aparente y a medida que vas profundizando te das cuenta que hay otras cosas”.
Esas otras son, por ejemplo, ser mujer. “Tiene que ver con los abordajes que a mí siempre me interesaron ver, con cuestiones que necesito yo ver para mi propia evolución. Al principio, el mirar tanto mujeres tuvo que ver con maternidad, incluso la cárcel empezó por ese lado hasta que me di cuenta que lo fuerte no es tanto ser madre en esa situación sino estar presa. El eje fue mutando”, explica.
Búsquedas que se cruzaron con otras, que mutaron, capas de cebolla, como dice, el hecho de sentirse mujer y otra clave más: la ausencia del hombre. “Con el tiempo me di cuenta que una constante muy fuerte en el desarrollo de esas series y que prevalece es la ausencia del hombre. En la serie `El amor`, donde sí hay un hombre, también lo que él siente es la ausencia”.
“Algunas chicas siempre supieron que había que abrirse paso con machete. Saber la pérdida antes de que ocurra, estar encerrada en la resignación, sacarle romanticismo al juego perverso, a la promesa. Como si la historia no fuera sobre lo que uno vive, si no sobre lo que se hace con eso que se vive. Algunas chicas son otras o las mismas en estas imágenes. Son mujeres y niñas, pero acá son algunas chicas. (No es que el género pese, es que necesita alivianarse; aliviarse de una carga que, aunque sea negada, vive en la posibilidad misma de intentar la liviandad) En estas imágenes se siente el frío, cierta desidia. Se ve la postura de una mano. Se puede imaginar el grito que llama la atención de una mirada. Se percibe la acción, enunciada en un paso. Se logra leer el gesto de la fuerza en estado vulnerable.
Pasa con ciertas canciones que uno cantó mucho, que con el andar del tiempo uno encarna lo que dicen y es cuando se asimilan esas palabras, cuando se experimenta algo -no literal, pero sí epidérmico- que las contiene. Me pasa eso con las fotos de Lestido. A medida que siento, las miro más. A medida que vivo, las veo más”.
Romina Resuche